Y ahí estabas viniendo hacia mí, que te miraba desde el corazón en el fuego, caída en el sueño, la tierra en la piel manchaba blancura, mi incredulidad.
Vos, tan feliz y reluciente y yo, esperándote por las vidas de las vidas, amén. Te hice prometerlo. Prometémelo, prometémelo Prometerlo. No te hablo a vos sino a vos. La próxima me buscas vos. ¿Qué es el tiempo? Sábana donde deslizarse y volver revoloteando entre lo imposible y lo inevitable. No falta nada. Estamos. A la vuelta de la esquina estamos. Seremos, por las vidas de las vidas, será
trazo tu piel, espuma tu mejilla, vapor en los ojos, tibieza, ya está.
Y ruge que ruge rugiendo vendrá el corazón,
el fuego
saltarás, corazón, del sueño
la tierra en la piel
sacará la blancura
incredulidad.
Blog de Sofía Ferrero Cárrega, de Argentina. Crítica de cine