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Entrevista a Apichatpong Weerasethakul, director de Memoria

El director tailandés Apichatpong Weerasethakul presentó Memoria, su última película en el festival de Cannes, primer evento al que acudió desde la pandemia y en donde recibió el Premio Especial del Jurado. Con Revista Caligari tuvimos la posibilidad de conversar con él a raíz de la presentación de su film en la 36° edición del Festival Internacional de cine de Mar del Plata.

¿Cómo nace la película y por qué la nombraste Memoria?

 

Hace unos pocos años, fui invitado al festival de Cartagena y me quedé en Colombia un tiempo más. Un día, iba conduciendo por Bogotá y pasamos por un lugar que decía Centro de la Memoria y me quedé fascinado con la palabra Memoria sin entender bien qué era un Centro de Memoria. Aprendí entonces que en Colombia la palabra Memoria está relacionada a la memoria de la violencia y puesta en ese contexto toma otro significado. Para mi esta película trata sobre eso: las diferentes capas de heridas que tenemos como humanos y la lucha, siempre presente, para sanarlas. Creo en que vamos acumulando capas de traumas en nuestra historia como humanidad. 

 

En Argentina la palabra Memoria también tiene un significado similar, más relacionado a la historia con la última dictadura. Por eso será una película muy potente aquí también. Y que hayas hecho este film en América Latina y no en Europa, donde tu trabajo es muy apreciado y donde probablemente no habrías tenido problemas para encontrar financiación, es un posicionamiento político en sí mismo. 

 

Quizás porque me encuentro en el medio de ambas historias, porque en Tailandia vivimos en lo que para ustedes es el pasado, porque seguimos viviendo en dictadura. Entonces al pensar en Argentina o Chile es bastante similar.

 

El sonido en tus películas es muy importante, tanto como un personaje principal. ¿Cómo piensas el sonido cuando empiezas a preparar una película? 

 

En principio, porque Memoria se enfoca en la escucha era importante percibir el testimonio del sonido. Entonces estuvo presente desde el inicio. En especial la parte final del film tiene que proveer al espectador de variadas capas de texturas. Y de hecho tiene muchos sonidos, de Tailandia, de Tilda y seguimos grabando sonidos hasta tiempo después de terminado el rodaje. Y el sonido de esta película termina siendo la memoria de la realización de la película, idea que me gusta mucho también. 

¿Cómo suena Colombia? ¿Qué sonidos predominan?

 

Es como un animal camaleónico. A veces es muy liviano y otras es muy pesado, con nubes muy pesadas y grandes. No se puede decir si es felicidad o tristeza. Esa ambigüedad es la que me decidió a filmar en Colombia, la necesidad de compartir esa experiencia.

 

¿Y cómo luce Colombia? ¿Qué colores predominan?

 

¡Es tan colorida! Es como Tailandia. El sentimiento es blanco, negro y gris, pero visualmente es tan colorida que esta coexistencia es muy importante. Es necesario tener colores cuando se tienen estas memorias profundas y que, como país, no se sabe cómo lidiar con ellas, cómo recordarlas. Porque hay tantos conflictos sucediendo, como en Tailandia. Hay tantos ángulos desde donde mirar, diferentes puntos de vista. Es una herida, una cicatriz. Por eso creo que necesitamos abrazar los colores que están disponibles.

 

Los elementos sobrenaturales que siempre incluyes en tus películas como fantasmas, apariciones, animales extraños, en ésta toman forma de cosas extrañas que suceden a través de máquinas, como las alarmas de los autos sonando a la vez, o las piezas de una mezcladora de sonido que se mueven solas. Incluso parece por momentos que el personaje de Tilda podría ser el elemento sobrenatural, por la forma en la que se mueve en las escenas, su aspecto. 

 

No pensé en lo sobrenatural en si mismo sino en las maravillas de la vida, de vivir. Porque cuando te detienes a escuchar y abres tus sentidos, descubres cosas que tu método de navegación cotidiano no lo permite. Porque nuestros cuerpos son como máquinas de grabación y puedes realmente hacer un zoom y descubrir partes a través de la memoria que dejan las experiencias en el cuerpo. Traté de activar esa memoria con el film. Cuestiones muy simples, como detenerse a escuchar la música en la calle, o en ciertos espacios pueden ser maravillas de la vida si te detienes a escuchar. Quiero que mis películas operen como otro cuerpo, como un portal para acceder a ciertas maravillas. Pero por supuesto que no todos pueden sincronizar con todo. Por ejemplo, varias personas no terminaron de ver Memoria. En una entrevista que me hicieron hoy también, la periodista me dijo que se había sentido como si viera algo en Realidad Virtual porque sus sentidos estaban abiertos y tenía conciencia no solo de tu sensibilidad sino de la sensibilidad de resto de los espectadores. Y creo que en eso intervino mucho la pandemia, cuando empezamos a sentir a las demás personas, la proximidad física con otras vidas compartiendo la misma experiencia. Y eso fue lo que sentí cuando estuve en Cannes. 

Hay algo muy particular en tus films que nos recuerdan que el cine nació para ser una experiencia colectiva, no una individual. Incluso si tus películas no son vistas en cine sino en casa, quizás podamos sentir que falta algo.  Recuerdo cuando presentaste Uncle Boonmee en Cannes, un crítico describió la experiencia de ver tu película como una experiencia tan emotiva, sensorial y que se sintió tan bienvenido por el film que se durmió y esa fue la mejor siesta de su vida. Y esa manera de contar la experiencia de ver un film, en la cual visionado y siesta estaban juntos en una frase en un sentido positivo, para mi fue muy disruptivo.

 

Entiendo que mis películas son como una almohada, un almohadón. En realidad, entiendo que hago películas que son más cercanas a lo inmersivo que a lo narrativo. Para mi tiene que ver con el respeto. El abandono de la vida alrededor.Cuando hago una película siempre algún animal o vida muere. Es imposible que no muera algo. Un pez, una hormiga. Entonces, cada vez que hago algo estoy muy consciente y precavido de que todo está conectado y que debo respetar a la audiencia, también. Darle libertad para que sean, darles tiempo. Al final creo que todo se reduce al amor, amor a lo que filmamos. Al filmarlo lo capturamos, como un fantasma, y se reactiva cada vez que se proyecta en algún lugar. Y cuando la película se detiene, la luz se apaga. Es como un ser que se enciende y apaga. Por eso siento que son como seres que debo hacer y cuidar con mucho amor. No es solo una historia que cuento. La historia es un aspecto de toda la película.

 

¿Cómo crees que tu profesión interviene en la manera en la que interactuas con el mundo? Cuando viajas por placer ¿estás filmando en tu cabeza, tomando notas, o estás presente en esas experiencias y lugares?

 

Es lo que Intento, pero no siempre puedo. Este fin de semana, por ejemplo, lo pasé en la selva y ayer hicimos una caminata de dos horas por dentro de una cueva, de principio a fin. Y caminamos por un camino que era un antiguo paso de agua. Entonces, hay diferentes sedimentos y piedras enormes y todo indica el paso del tiempo, el pasado que se puede ver ahora a través de las marcas y huellas en las piedras que llevan ahí mucho tiempo y que yo estoy viendo ahora. Y ese es el desafío: estar presente y no ser arrastrado por las corrientes del tiempo. Y creo que cuando te apegas a algo, al amor, a una preocupación es cuando te desestabilizas. Y en el medio de la cueva nos encontramos con una serpiente hermosa, verde y amarilla, muy larga y fue un shock. Me detuve y me pregunté si sería venenosa y después me di cuenta de que en ese momento el tiempo se detuvo y solo pensé en la serpiente y creo que es eso. Concentración total. Claro que es una filosofía budista, pero a veces nos olvidamos.

 

Ahora que lo mencionas, quizás ese sonido redondo y profundo de Memoria tiene esa función. Los momentos en los que irrumpe, la película se detiene y nuestro cuerpo se pone alerta. 

 

Exacto. 

¿Te gusta vivir en Tailandia?

 

Es una pregunta que me hago de vez en cuando porque este conflicto me mantiene muy presente aquí, pero a medida que envejezco me digo que esta no es manera de vivir. Pero de alguna manera creo que estoy demasiado apegado. Quiero ver cómo evoluciona la historia. El año pasado, las nuevas generaciones protestaron contra los militares y pidieron por la reforma contra la monarquía y es como ver una película. Necesitas quedarte y ver cómo continua, ser testigo de lo que sucede.

 

¿Cómo pasaste la pandemia? ¿Viste muchas películas?

 

No veo muchas películas, leo más que nada. La verdad es que el tiempo pasa volando y he estado muy alerta y consciente de que soy más afortunado que otros. Creo, de todas maneras, que me trajo cosas buenas, en términos de reflexión y de detenerme en mí, ya que usualmente viajo mucho por mi trabajo y de repente tuve que quedarme en casa, echar raíces y leer. 

 

Y ¿qué has leído? ¿Algún escritor colombiano?

 

Leo tantas cosas al mismo tiempo. Uno de los autores que he leído toda mi vida es Krishnamurti, uno de los filósofos indios del budismo. Y acabo de empezar a leer un poeta chileno que alguien en un festival me regaló: Jorge Teillier, que lo encuentro muy hermoso. Y acabo de terminar una novela de Tanizaki Junichiro, un escritor japonés.

 

Lecturas muy diferentes entre sí. 

 

Sí. Y acabo de terminar las memorias del compañero de Oliver Sacks, Bill Hayes. Puedo hablar de libros todo el día. Y no veo muchas películas pero hace poco fui jurado de un festival en China y vi muchos cortos. Y descubrí cosas muy hermosas.  Pero la última película que vi fue en Colombia con Tilda, Once upon a time in Hollywood, de Quentin Tarantino. Pero no me gusta mucho ver películas. Disfruto mucho más de los libros. Y tampoco escucho música. No me interesa mucho. 

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